domingo, 27 de mayo de 2007

Recuerdo

En la mesilla, al lado del sillón de orejas, una tetera de porcelana humeaba. La planta poco crecida estaba a su lado, con el tiesto de cerámica; reflejaba la luz igual que en su dibujo. Unos tímidos pasos sonaron en el pasillo vacío, y luego la puerta de entrada. Una voz grave inundó la casa, chocando contra el asustado murmullo femenino. Algo cayó al suelo. En la mesilla, la pluma goteaba tinta y el té se enfriaba. El dibujo quedó sin terminar, cubierto por las hojas secas de la planta muerta.

jueves, 3 de mayo de 2007

Para mi corazón basta tu pecho, Pablo Neruda


Para mi corazón basta tu pecho,

para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo

lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.

Llegas como el rocío a las corolas.

Socavas el horizonte con tu ausencia.

Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento como los pinos y como los mástiles.

Como ellos eres alta y taciturna.

Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.

Te pueblan ecos y voces nostálgicas.

Yo desperté y a veces emigran y huyen

pájaros que dormían en tu alma.


El otro día estuve con una persona muy querida en el Parque Grande. Fuimos a la zona de las jaulas de los pájaros, y me acerqué muy contenta a verlos. Minutos después, se me encogía un poco el corazón al ver tantos pájaros, juntos, amontonados en unas jaulas demasiado pequeñas. Me imaginé qué sentiría si estuviera yo allí, en forma de paloma, y supuse que no me gustaría ver los colores de la primavera con unas rejas por delante. ¿Sienten eso los presos? ¿Y los canarios que cantan tan alegremente en nuestros balcones?


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*Fotografía extraída de www.lacoctelera.com


martes, 1 de mayo de 2007

A mi abuela


Las cenizas de mi abuela ya descansan donde ella quería; un monte de Huesca, en la ladera de una colina, mirando hacia la ventana desde la cual ella se asomó en los largos ratos vacíos de su enfermedad, esperando...Y disfrutando de cada momento, poniéndole alegría a cada trabajo, aceptando con una sonrisa cada reto. El domingo, sus cenizas se quedaron allí, en ese monte, rodeada de flores; sé que ella estaba allí, viéndolo todo. Sé que la brisa que acariciaba nuestros labios eran sus manos, que ese rayo de sol que lo iluminó todo de repente era su sonrisa, y su forma de decirnos que está allí, con nosotros, que nos quiere y nos espera...
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*Dibujo extraído de la web i5.photobucket.com